lunes, 2 de diciembre de 2013

Los Galindos, un crimen sin respuesta

El crimen de ‘Los Galindos’, que aún sigue sin resolver, puede incluirse entre los sucesos más trágicos de la historia de nuestro país. Cinco personas asesinadas de manera brutal en una finca a unos tres kilómetros de la localidad sevillana de Paradas, donde no se sabe, y probablemente nunca se sabrá, lo que ocurrió aquel fatídico 22 de Julio de 1975.

Los hechos sucedieron en el ya famoso cortijo de ‘Los Galindos’, propiedad de los Marqueses de Grañina y que tenía, por aquel entonces, unas 400 hectáreas en las que se cultivaban trigo, girasol y aceituna. Eran aproximadamente las cuatro de la tarde del 22 de julio de 1975 cuando unos jornaleros pasaban junto a ‘Los Galindos’ y reconocieron en el paisaje una nube de humo que procedía del caserío. Así que no dudaron en acercarse, temiendo que fuera un incendio.

Al ver la sangre que había en el suelo y otros detalles extraños, como por ejemplo una lata de gasoil y otra de gasolina cerca del fuego, los jornaleros pensaron que algo grave había ocurrido, por ello decidieron ir a Paradas para dar aviso a la Guardia Civil, mientras otros seguían intentando apagar la paja que más tarde se comprobaría que había sido rociada con productos altamente inflamable.

Reguero de sangre encontrado en la casa de Zapata
Fotografía: Archivo

Cuando la Guardia Civil  llegó al cortijo, lo que más le llamó la atención era el rastro de sangre que cruzaba el patio del caserío y llegaba hasta la puerta de la casa del encargado, Manuel Zapata. Uno de los oficiales, concretamente el cabo Raúl, cogió unas tenazas y consiguió romper el candado que mantenía cerrada la casa. Cuando lograron abrirla, el asombro fue aún mayor, encontraron una gran mancha de sangre que se dirigía hacia el interior de la vivienda. Los oficiales siguieron el rastro de la sangre que los llevó hasta la puerta de una de las habitaciones, que también permanecía cerrada y que consiguieron abrir gracias a un disparo. Allí estaba el cuerpo de Juana, el primero de los cadáveres encontrados, por lo que se avisó rápidamente al Juzgado de Marchena.

En estos momentos, nadie pensaba que había más víctimas en el cortijo. Incluso se creyó que el crimen ya estaba resuelto y que, dada las circunstancias, todos los indicios apuntaban a un crimen pasional, siendo el autor de la tragedia el marido de Juana y encargado de la finca, Manuel Zapata. Esta no sería la primera vez que se consideraría que la tragedia de ‘Los Galindos’ estaba resuelta.

Las personas que estaban intentando apagar el fuego del almiar, no tenían otra manera de acabar con él que removiendo la paja y, en uno de esos intentos, aparecieron restos de cuerpos calcinados de dos personas que, era la joven pareja formada por el tractorista de la finca, José González, y su esposa, Asunción Peralta. El reguero de sangre que cruzaba el patio y llegaba hasta el camino de la entrada era algo muy sospechoso, y más aún,  un montón de paja colocada sin sentido en el sendero. Pues exactamente allí se encontraba la cuarta víctima, identificada por los vecinos de Paradas que contemplaban la escena como Ramón Parrilla, también tractorista de la finca.

Cinco víctimas asesinadas
Fotografía: Archivo 

Se registraron habitaciones, salda de máquinas, patios, granero, esquinas, se miró debajo de las camas, en los armarios, dentro y fuera del cortijo, y no encontraron nada más. Tampoco se sabía nada de Zapata, el capataz de la finca, que no aparecía por ningún lado. De nuevo se creía que el crimen estaba resuelto. Por ello, la guardia civil no dudó en centrar todas las sospechas en él.

Esa misma noche, sobre las doce de la madrugada, la comitiva judicial abandonó el cortijo. En él, ya habían hecho acto de presencia la Marquesa de Grañina y propietaria de la finca y el administrador de ‘Los Galindos’, Antonio Gutiérrez Martín, que habían sido localizados en Sevilla. El Marqués llegó de madrugada al cortijo. Allí, se quedó a dormir esa misma noche junto con el administrador.

La mañana siguiente al crimen fue muy ajetreada en el pueblo de Paradas y en sus inmediaciones, sobre todo para los miembros del cuartelillo de la Guardia Civil de Paradas, Marchena y Carmona. Igualmente, se avisó a la Comandancia de Sevilla de lo ocurrido y de la búsqueda y captura de Zapata.

El viernes 25, tres días después de los hechos, sobre las once de la mañana, llegó la noticia que sumiría a la población en una confusión aún más atroz: el cadáver de Manuel Zapata había aparecido con un golpe brutal en el cráneo, cubierto también con un montón de paja y a la sombra de un árbol situado en la parte trasera del cortijo. El número de asesinados se incrementó hasta cinco y tras la autopsia, se supo que Zapata había fallecido el mismo día que el resto de las víctimas. Ahora la pregunta quedaba en el aire ¿quién era el asesino y porque había cometido la matanza?

Pero un rumor recorría el pueblo: la noche anterior al hallazgo del cuerpo de Zapata, el Marqués de Grañina, propietario del caserío, también durmió en él, como venía haciendo desde que conoció los asesinatos, y fue el encargado de colocar el cuerpo del encargado en el lugar donde fue encontrado a la mañana siguiente. Aunque todo ellos son rumores, el Marqués consiguió que esa noche la pareja de la Guardia Civil que custodiaba el cortijo dejara esa noche la vigilancia de la casa y se trasladara a la entrada de la finca, donde el camino de albero que conduce al caserío acaba y se encuentra con la carretera comarcal que lleva al pueblo de Paradas.

Dos guardias civiles llegaron a insinuar, aquellos días, que vieron al marqués colocar el cadáver, pero éste respondió que si fue así, por qué no lo detuvieron en ese mismo instante. La polémica, en cualquier caso, ya había surgido: ¿Estuvo siempre Zapata en el lugar donde apareció su cuerpo o fue colocado allí días después?

http://www.libertaddigital.com/opinion/agosto/el-crimen-de-los-galindos-1276230581.html

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